Piso un barrizal, el agua me cala los huesos, paso frío, se me mete hasta la rodilla en el fango. Éstas podían ser muchas de las cosas que han sucedido en la novena edición del Festival de Villarobledo ‘Viñarock 04’. Pero fue la música la principal protagonista para concentrar a, según la organización, unas 50.000 personas...
Piso un barrizal, el agua me cala los huesos, paso frío, se me mete hasta la rodilla en el fango. Éstas podían ser muchas de las cosas que han sucedido en la novena edición del Festival de Villarobledo ‘Viñarock 04’. Pero fue la música la principal protagonista para concentrar a, según la organización, unas 50.000 personas, de todos los estilos y colores, en un festival que ya se encuentra entre los más importantes de la escena rock del estado y que a pesar de las inclemencias climatológicas no quedó muy mermado de asistencia.
Fue el viernes cuando, en un día que amenazaba lluvia, todos los “viñarockeros” que nos desplazamos desde distintos sitios del estado español, buscábamos ya a primera hora de la tarde, un huequito en una zona de acampada que se podía prever que se enfangara.
Viernes 30 abril
Nada más conseguir las acreditaciones y entrar al recinto, los primeros cambios físicos respecto a la última edición se hacían claros. Para empezar, el recinto lo habían acortado, suprimiendo así la zona donde el año pasado se encontraba el escenario heavy y hermanando los tres escenarios (por este orden, ‘La Oreja Metalika’, ‘Matarile’ y ‘República’) bien juntitos. La idea era no simultanear los conciertos con el fin de que los chavales y algunos esperpénticos (cariñosamente hablando) asistentes del festival se perdieran el menor número de actuaciones. Parece buena la idea ¿eh? Pero no. Justo cuando acababa un concierto, empezaba otro en el escenario de al lado, siendo así imposible vivir intensamente un concierto entero sin perderte parte del otro. Sin hablar ya de los conflictos a la hora de pillar un buen sitio. Después del caos del año pasado con los horarios, la preocupación principal de la organización en este año parecía ser que los horarios se cumpliesen con la mayor asquerosa puntualidad. Digo asquerosa porque hubo artistas, como Kiko Veneno, que fueron literalmente expulsados del escenario para cumplir los horarios programados, algo que supuso una falta de cortesía hacia el público y sobretodo hacia el propio artista humillado.
Hablando ya de los conciertos, que al fin y al cabo es lo importante, el primer día comenzamos nuestra sesión de directos con el cuarteto riojano ‘Silencio Absoluto’. Esta “banda de impresentables” como ellos mismos se dicen, descargaron un sucio rock urbano, mezcla entre Marea y Extremoduro, pero con una energía inusitada que ya despertaba las ganas de baile de los pocos que estábamos ya allí. Del ‘Matarile’ saltamos para la derecha y aterrizamos en el ‘República’ para observar la curiosa puesta en escena surrealista, futurista y psicodélica de los catalanes Sidonie. Gran aceptación del público con su actuación divertida, de bases electro y en el que nadie salió decepcionado, todo lo contrario.
Aprovechando el excepcional cartel del género que últimamente arrolla, el escenario de hip hop en pabellón cubierto patrocinado por radio 3 dio cita a los principales baluartes estatales en esto de rapear. Con la apuesta que fusiona el hip hop con el flamenco del emigrante granadino residente en Tarrasa ‘Payo Malo’ inauguramos los sets del pabellón. Aquí los jóvenes que se concentraron se diferenciaban claramente en la estética del resto del festival. Y eso es lo bueno de un festival de este estilo, la variedad y diversidad de gentes y ambientes para todos los gustos. Corriendo del pabellón al escenario Matarile intentamos no perdernos el comienzo de los míticos ‘Los Suaves’. Los gallegos, tras un comienzo brutal, en la segunda canción se perjudicaron de un fallo en el sonido teniendo hasta que parar. Jarro de agua fría para Yosi y los suyos, que con un repertorio con claras protagonistas las canciones de siempre, se metieron a los viejos rockeros en el bolsillo que gozaron con esta leyenda de grupo.
Nos perdimos a la sevillana Mala Rodríguez para ver a otra rapera de mucha mayor calidad musical, la negrita Arianna Puello. Créanme, esta pionera del rap femenino afronta los conciertos con una contundencia verbal y una fuerza rítmica que da miedo. Seria en lo que hace porque lo vive. Y en aquella ocasión se notó que disfrutaba de lo lindo. Con su tema estrella “La Ley de Murphy” el pabellón lleno de b-boys entró en el clímax progresivo de sus versos, que junto con el espectáculo de breakers en el escenario, dieron como resultado un espectáculo más que aceptable. De pasada pudimos escuchar a Dover, pero sin detenernos mucho, ya que nada nuevo aporta en sus mediocres y pobres directos. A esas horas de la noche lo que el cuerpo pedía era cachondeo. Y quién mejor que Macaco y su mestizaje musical para divertirse, bailar y hacer un poco de vida social. Con su nuevo disco bajo el brazo ‘Entre raíces y antenas’ el mono loco cumplió con su propuesta festiva, hasta el punto que fue uno de los poco conciertos en los que el público reclamó un bis que no llegó.
Y con los míticos Barricada y su más que conocido frontman ‘El Drogas’, dimos por finalizados los conciertos del día. Temás clásicos, de siempre y coreados con nostalgia por los más viejos, y admiración de los jóvenes por la leyenda musical que presenciaban, por cierto, ya lloviendo y con mucho frío.
Domingo 1 mayo
En el interior de la tienda de campaña, escuchando la lluvia caer durante toda la noche y rodeados de barrizales por todos los puntos cardinales, como si de una piara de cerdos se tratase, ya bien descansados nos dirigíamos sobre las 14:30 horas al interior del recinto para ver el rock de autor del novel Albertucho. Una insistente y continua lluvia ligera hizo no poder gozar del concierto todo lo que quisiéramos. Un directo completo, dándolo todo frente al manto de lluvia y sabiéndose rodear de gente del mundillo, como Kutxi de Marea, quien incluso tuvo el detalle de colaborar en una canción.
Seguimos con el rapero madrileño Zenit, acompañado por el también Mc Artes aka 1/29, donde en el escenario Sennheiser Radio 3 estaba completando un espectáculo lleno de vitalidad y energía en el que reinaba un profundo respeto hacia las víctimas del 11-M, presidiendo el escenario una enorme pancarta de solidaridad hacia ellas. Y es que recordemos que este Mc de Alcorcón tuvo muy cerca estos indeseables actos terroristas. A Koma le tocó actuar bajo el ‘diluvio universal’. Así que desde algo lejos pudimos escuchar una descarga tremenda teniendo los himnos ‘Mi Jefe’ y la siempre recordada ‘Aquí huele...’ como gotas para el recuerdo.
Una auténtica sorpresa en el festival fue la actuación de los mexicanitos “El Tri”. Desconocidos en nuestro país, el simpático combo latinoamericano lleva ya casi treinta años ‘rockanroleando’ siendo la banda más popular por sus bonitas tierras. Alejandro Lora, el carismático líder del grupo, animaba al mojado público que disfrutaba con su actuación de rock clásico y en ocasiones pesado. Quien no aplaudiera se arriesgaba a ser llamado por éste “pinche pendejo”, pero la verdad es que fue un concierto muy “chido” como dicen ellos, y de puta madre (con perdón) como decimos nosotros. Lo reconozco, por razones de mala comunicación no pudimos asistir a lo que dicen fue la bomba del Viñarock, los argentinos La Renga. Los veremos en otra ocasión. A quien sí vimos fue a un Kiko Veneno que no se desvió mucho de lo que es un concierto suyo: profesionalidad, seriedad y sin fallos en su interpretación. La noticia vino cuando terminó su set y el catalán quiso regalar otro tema a sus entregados seguidores. La organización, en un humillante acto de falta de cortesía hacia el mismísimo Kiko Veneno, impidió un supuesto bis cortando el sonido de su guitarra e invadiendo el escenario mientras éste miraba anonadado el mal trato que recibía. Las protestas del cantante y de gran parte de los asistentes se prolongaron durante unos minutos, pero el cambio de escenario se hacía obligado y allí se quedaron.
Fito & Fitipaldis dio un concierto multitudinario en el escenario principal gozando de la mejor hora. La verdad, de sonido no estuvo mal, pero en un directo hay que dar algo más que lo estrictamente sonoro. Más ganas es lo que le faltó a Fito que se limitó a sentarse en una banqueta interpretando temas, muchos del ‘A pelo’ de Platero y otros de su último trabajo en solitario ‘Lo más lejos, a tu lado’. Destacar la canción ‘La casa por el tejado’. Marea interpretó canciones como ‘La Rueca’ ‘La luna me sabe a poco’ o ‘Virgen del fracaso’ entre su repertorio. Dejamos a los navarros para vivir un directo andaluz de flamenco, blues, jazz y todo lo que el sin par Raimundo Amador sabe fusionar con rock en lo alto del escenario. Disparando punteos con su guitarra y derrochando simpatía, Raimundo, acompañado por el siempre excepcional bajista Pepe Bao, completó un concierto redondo donde temas como’Candela’ ‘Pata Palo’ o su clásico ‘Bolleré’ fueron de sobra coreados.
Y desde el saborcillo sureño del gitaneo de Raimundo nos vamos corriendo al pabellón de hip hop para ver a una pieza clave para entender el hip hop mundial de nuestros tiempos. Nada menos que R.Z.A., productor de los americanos Wu Tan Clan. Impresionante el aspecto que tenía el escenario, el backstage y el parqué, con una acumulación de raperos y no raperos, que no se querían perder la actuación estrella del género en el viñarock de este año. Tablas es lo que le sobra a este auténtico rappers, moviendo a la gente como quiere y transmitiendo su mensaje en inglés con verdadera fuerza y acidez expresiva.
Y con este concierto ponemos fin a un festival que no acababa ahí. Lástima que al día siguiente hubiera tantos y tan buenos conciertos (Hamlet, B-Violet, Sugarless, Habeas Hábeas, etc) y que no pudiésemos disfrutar por motivos geográficos-laborales. Esperemos que para el año que viene la organización siga mejorando, poniendo más retretes en más sitios, abaratando el precio de la comida y sobretodo, dejando de marear al “rebaño” haciendo a la gente más fácil su movilidad en un recinto más grande. Pido desde aquí una mejora en el camping urgente.
Concluyendo, dos días pasando frío, enfangándonos hasta la barbilla, lloviendo sin cesar y con un cartel menos punkarra que otros años, una vez más el Viñarock triunfa en la asistencia (algo menos que el año pasado) y espera desde ya su cita para el año que viene en el que deseamos una cartel grandioso y que no escatimen en traer a los mejores grupos para su próxima décima edición.
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