“El río de Alejandría” da comienzo en este particular viaje hacia los ancestros musicales y culturales de la baja Andalucía. Una canción propia del repertorio navideño de Jerez, pero al que La Jambre le amplía fronteras aportando cadencia andalusíes y sonidos y ritmos árabes. “La Patroncita” es un romance propio del Campo de Gibraltar y la Sierra de Cádiz. Un enorme acierto ese comienzo con el sonido de las teclas de una vieja máquina de escribir llevando el ritmo a solas con la voz. “El Lagarto” está basado en una seguidilla tradicional a la que le acompaña la melodía de un villancico popular llamado “Los Peregrinitos”.
“Melo Melo”, otro villancico jerezano cuya temática, como tantos otros villancicos, no es especialmente navideña debido a que la permanencia de multitud de canciones tradicionales en España se han conservado a través de los años bajo la forma de villancico. Si tuviera que destacar algunas composiciones de un trabajo tan completo como éste seguramente “Melo Melo” estaría entre ellas, por esa mezcolanza de ritmos y candencia, de tradiciones y sonidos; pero también porque es de esas canciones que sueles llevar durante mucho tiempo en tu cabeza tarareándola.
“Corcho con caña”, de nuevo de raigambre tradicional, pero que fue popularizada por Miguel de Molina, uno de los cantantes de copla más reconocidos del siglo XX. "Pasacalles de Hornillos” y “La hora de la siesta” son los dos temas originales del álbum. El primero con reminiscencias al Camino de Santiago y a todas las músicas de raigambre celtíbera que se dan cita tanto en Galicia como en Castilla y León. El segundo, lleno de ritmos pausados y sonidos evocadores que sirve casi como introducción al siguiente corte, “Ay, que oló”, de nuevo de origen tradicional.
“Gloria” está basado en el “Villancico de Gloria”, quizá uno de los más conocidos en las zambombás jerezanas. Una adaptación excepcional. “Ángeles de Zanona”, basado en la leyenda popular de la zona del parque natural de los Alcornocales, donde habitaban ángeles mucho más siniestros que los cristianos en el valle de Zanona. Una composición que conserva el alma de las nanas antiguas, pero que conserva ese ambiente casi tétrico en relación a la leyenda.
Una oportunidad para conocer el auténtico legado del folklore musical andaluz, eclipsado casi siempre por el empuje y la proyección internacional del flamenco. Pero sobre todo un trabajo hecho con mucho cariño y esfuerzo, en que sería imposible descartar ni uno sólo de los once cortes que lo componen. Un álbum imprescindible.
J.M. Vilches Alonso
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