Mientras otras bandas de ese cajón de sastre que es el indie español, otrora adoradas, han caido en cierto ostracismo, Manta Ray no sólo siguen al pie del cañón, sino que cada disco y cada concierto suyo sigue generando la misma expectación once años después de su primer trabajo en estudio.
Manta Ray. Sala Salvation, Sevilla, 30-3-06. Público: Aforo casi completo.
Mientras otras bandas de ese cajón de sastre que es el indie español, otrora adoradas, han caido en cierto ostracismo, Manta Ray no sólo siguen al pie del cañón, sino que cada disco y cada concierto suyo sigue generando la misma expectación once años después de su primer trabajo en estudio.
Los cuatro asturianos, situados en línea a borde de escenario, comenzaron sin contemplaciones con un intenso “Por qué evadirse a otros mundos aun más pequeños”, extraido de su nuevo disco. Pero no fue hasta el tercer tema, “Qué niño soy”, que el sonido y el grupo se asentaran y empezaran a avasallar a los asistentes con su sonido denso y musculoso, gracias en buena medida a los dos bajos que utilizaron durante la mayor parte de la actuación, y los hachazos de los afilados y entrecortados riffs de la guitarra de José Luis García (voz y guitarra).
El grueso del repertorio se centraba (obviamente) en “Torres de electricidad”, su nuevo y recomendable disco, pero fueron frecuentes las visitas al anterior “Estratexa”, cuyos temas sonaron con la misma contundencia que en su presentación en el Teatro Central hace un par de años.
La recta final fue probablemente, en lo musical, lo mejor de la noche. Casi sin descanso, arrementieron con una aplastante “O.F.King”, seguida de quizá los dos mejores temas del nuevo CD, “No tropieces” y “Mi Dios mentira”, con Jose Luis cantando al 110% y un sonido compacto, efectista y eficaz.
Si bien lo visto hasta ahí justificaba ya el precio de la entrada, el grupo salió a hacer dos bises más, el primero acabando con un “’I fought the law’ según Manta Ray”, y el segundo con una improvisada y caótica “Sol” que, como dijeron, no tenían ensayada.
La sorpresa vino después, cuando ante lo que parecía la retirada definitiva del grupo a camerinos, Frank Rudow, bajista derecho y hacedor de ruidos varios, se quedó en el escenario jugueteando con sus sintetizadores, samplers y chismes. El público no tenía prisa alguna por marcharse, y Frank se estaba gustando, lo cual derivó en la que sin duda será una de las estampas de 2006 en lo que a conciertos en Sevilla se refiere. Con el público totalmente enganchado al gazpacho de ruidos que salía por las pantallas, el resto del grupo decide salir de nuevo, a hacer un tercer... ¿bis? No exactamente. Ante el caos acústico existente, no era posible otra cosa que sumarse al ruido y la experimentación más absoluta. “Ahora vais a asistir a un ensayo de Manta Ray”, nos dijeron, tras lo cual invitaron a los espectadores que lo desearan a subir al escenario y sumarse a la improvisada orgía sonora. Así pues, y tras unos minutos de absoluto desenfreno, con cambios de instrumento y siete personas en el escenario masturbando mástiles, aplastando teclas y retorciendo potenciómetros, la noche acabó con cuatro desconocidos en escena exprimiendo los últimos sonidos a los instrumentos de Manta Ray, mientras éstos se retiraban, sin duda satisfechos, por la pasarela de Salvation.
Hay conciertos y conciertos, y esta fue una de “esas” noches.
Crónica por Sergei. Fotos por Sergei y La Coleccionista de Colores.
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